Los aplausos, como es lógico
por el prestigio de los galardonados, se escuchaban
desde la calle. La verdad es que era un lujo ver
a los protagonistas de la velada recoger sus placas.
¿Cuánta historia junta!. Por su manera
de ser y de pertenecer a ese grupo de privilegiado
de seres que, a pesar de su magnitud profesional,
tienen más valor añadido por lo que
callan que por lo que cuentan. Vidas tan intensas
como distintas han sido sus recompensas, al menos
económicas. Como en anteriores ocasiones
el premio fue dotado con una placa conmemorativa
de Eduardo Úrculo, acompañada de 3.000
Euros.
|